Por Laura García Tuñón Legisladora porteña - Buenos Aires para Todos en Proyecto Sur.
Nos hemos alegrado frente al anuncio presidencial de incorporar a las mujeres embarazadas en la Asignación Universal para su protección, pero seguimos insistiendo en darle importancia al derecho que tiene cada mujer de decidir sobre su cuerpo.
Conmemoramos hoy un nuevo Día Internacional de la Mujer Trabajadora. Desde ese trágico día donde más de 100 mujeres perdieron sus vidas peleando por sus derechos, muchas luchas han pasado. Tiempos de derrotas, de transición, de construcciones y, por cierto, de conquistas. En este ejercicio de recuperar las historias que nos constituyen, encontramos que hemos avanzado mucho en la conquista de nuestros derechos, pero al mismo tiempo y con la misma fuerza, es condición necesaria exigir que nos falta conquistar muchos otros.
Este año nos encuentra con grandes desafíos y con variadas preocupaciones. En nuestro país, cada 36 horas muere una mujer por violencia de género. En 2010, 260 mujeres fueron víctimas fatales de este tipo de violencia, con un aumento de un 13% respecto de 2009. Doscientas sesenta mujeres ya no comparten más el día a día, las risas y los llantos con sus hijos, sus padres, sus hermanos y hermanas, sus amigos… Estas mujeres no sólo fueron asesinadas sino que fueron abandonadas por el Estado y las políticas públicas, que debieron haberlas protegido y resguardarlas de la violencia mal llamada doméstica. Hoy la perversión y la desprotección hacen que en lo que va del año, en escasos tres meses, 14 mujeres fueran quemadas por sus parejas o ex parejas, y que sus agresores se resguarden en la figura legal del accidente. El Estado está ausente porque después de casi dos años de promulgada, sigue sin aplicarse la ley para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres.
El asesinato de mujeres tiene nombre: FEMICIDIO. Llamemos las cosas por su nombre entonces. Este término da cuenta de la violencia sexista, del homicidio de una mujer por razón de su género, cometido por un hombre que considera que esa mujer es de su propiedad. Nuestra sociedad necesita de forma urgente que la figura del femicidio se incorpore como agravante del homicidio en el código penal.
En el ámbito laboral, las mujeres seguimos corriendo con desventajas. La falta de leyes sobre cuidados parentales, que equiparen las responsabilidades entre los padres y las madres, hace que las mujeres sigamos sosteniendo sobre nuestras espaldas la atención de nuestros hijos. No nos quejamos de ello, pero tanto para los padres y madres como para nuestros niños y niñas resulta imprescindible que ambos podamos hacernos cargo. Si a esto le sumamos que no hay suficientes jardines maternales, las mujeres tienen cada vez más lejanas las posibilidades de acceder a trabajos que no sean precarizados. La igualdad en el mundo del trabajo todavía no ha llegado y estamos aún lejos de alcanzarla.
Los salarios continúan siendo inferiores para las mujeres, y el trabajo en el hogar sigue sin ser considerado trabajo, y por lo tanto no cuenta con ningún tipo de protección o beneficio social. La precarización es mucho más alta entre nosotras, al tiempo que la posibilidad de ascensos es mayor para los hombres. No hay políticas públicas que garanticen la formación de inspectores de trabajo que puedan visualizar la discriminación de género. Además, las mujeres son las que estadísticamente sufren mayores acosos laborales.
La trata y el tráfico de personas también recae mayormente entre las mujeres. A pesar de la ley de trata, esta práctica continúa aumentando día a día con la complicidad de los poderes políticos, policiales y judiciales. La trata en la Argentina se da tanto para la explotación sexual de miles de mujeres como para el trabajo esclavo en talleres textiles y en el trabajo del campo.
Otro de los desafíos que no sólo tenemos las mujeres, sino la sociedad en su conjunto, es asumir integralmente el debate y la solución sobre el aborto. Las estadísticas nos muestran que en la clandestinidad, la interrupción voluntaria del embarazo cobra de manera innecesaria miles de vidas en nuestro país, siendo la principal causa de muerte materna. Se producen por año 500 mil abortos, casi la misma cantidad que de nacimientos. Cerca de 80 mil mujeres por año deben ser hospitalizadas por complicaciones derivadas de la clandestinidad de esta práctica.
La cantidad de muertes maternas por complicaciones por abortos inseguros subieron, entre 2008 y 2009, de 62 a 87 casos (datos publicados por el Ministerio de Salud). Alrededor de 100 mujeres por año (las más jóvenes y las más pobres) dejan su vida en el camino por tomar la decisión de no continuar con un embarazo no deseado.
Como el año pasado nuestra sociedad se movilizó y dio una lucha ejemplar para conseguir que fuera ley el matrimonio igualitario, hoy nuestro reclamo es obtener la sanción de la ley que garantice el derecho al aborto legal, seguro y gratuito.
Ha sido un gran paso y nos hemos alegrado mucho frente al último anuncio presidencial de incorporar a las mujeres embarazadas en la Asignación Universal para su protección, pero seguimos insistiendo firmemente en darle mucha importancia al derecho que tiene cada mujer de decidir sobre su cuerpo. Nuestra apuesta a la vida es el derecho a decidir y a que nos cuiden y resguarden, tanto cuando elegimos seguir adelante con el embarazo como cuando optamos por abortar.
En este arduo y prolongado camino de las conquistas de nuestros derechos como mujeres, hoy más que nunca es ineludible encontrarnos, discutir y organizarnos para que esta lucha sea tomada por todos y todas. Seguimos más que nunca haciendo nuestras las consignas y reclamos que tantas veces hemos hecho escuchar en la calle y en tantos encuentros de mujeres en todo el país: educación sexual para decidir, anticonceptivos para no abortar, aborto legal para no morir.
Fuente: http://tiempo.elargentino.com/notas/los-derechos-que-aun-faltan-conquistar
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