Un premio bizarro con disfraz de humano

Por Mariana Carbajal  
¿Por qué la senadora Liliana Negre de Alonso, una de las voces más conservadoras del Senado, recibió un premio que lleva el nombre de Rosa Parks, destacada figura del movimiento por los derechos civiles en Estados Unidos, aquella mujer de tez negra conocida por haberse negado a ceder el asiento a un hombre blanco y moverse a la parte de atrás de un colectivo? Este hecho despertó la curiosidad de la antropóloga norteamericana Lynn Morgan y la llevó a indagar sobre los mecanismos que han desarrollado los grupos “pro vida” de apropiación del discurso de los derechos humanos en Latinoamérica para oponerse a la despenalización y legalización del aborto. De visita en Buenos Aires, donde dio una conferencia, Morgan compartió sus reflexiones en una entrevista con Página/12. “Encontrar a Rosa Parks aquí en la Argentina en un premio a la senadora más conservadora del país, para mí fue sorprendente”, confesó durante la charla.
Morgan es antropóloga feminista. Profesora del Mount Holyoke College, en Massachusetts, se especializa en antropología médica y políticas reproductivas en América latina. Se ha ocupado de temas controversiales y polémicos como el estudio de embriones humanos para tratar de explicar cómo continúan afectando las políticas sobre fetos y los derechos reproductivos en la actualidad. Sus libros Icons of Life. A Cultural History of Human Embryos y Fetal Subjects, Feminists Positions son contribuciones insoslayables para seguir reflexionando sobre estas cuestiones. “Como antropóloga, me interesa ver cómo practicamos los derechos, cómo afectan a nuestra vida cotidiana; estudio la vida social de los derechos”, cuenta en diálogo con este diario, un rato antes de la conferencia que dará en el Centro Cultural Rojas, invitada por la Colectiva de Antropólogas Feministas, en apoyo a la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito.
Morgan está escribiendo un nuevo libro. Cada capítulo, adelanta, refiere a una temática distinta sobre derechos sexuales y reproductivos en la región. Uno de ellos está dedicado a analizar la entrega del premio Rosa Parks a la senadora puntana Negre de Alonso, que responde a los hermanos Rodríguez Saá; o dicho en otras palabras, a dilucidar qué se esconde detrás de esa distinción.
–¿Por qué se interesó por ese tema?
–El proyecto comenzó hace un año y medio, cuando me enteré de que a la senadora Negre de Alonso le habían dado el premio Rosa Parks por su trabajo “a favor de los derechos humanos”. En realidad lo recibió por su trabajo en contra de la despenalización del aborto, de la contracepción quirúrgica, de los métodos anticonceptivos. Entonces me pregunté: “¿Cómo se puede entregar un premio así en nombre de Rosa Parks?”.
El premio Rosa Parks lo entrega una asociación civil llamada Defensoría de la Vida Humana, con sede en la Ciudad de Buenos Aires, alineada con el discurso más conservador de la Iglesia Católica en temas de derechos sexuales y reproductivos, aunque en su página web institucional se define como “no confesional”. Y dice que “promueve la plena vigencia de los derechos humanos”. No aparecen nombres de sus referentes en su sitio en Internet. Simplemente informan que son un grupo de “profesionales de diversas disciplinas”. Pero deja claro su posicionamiento en contra de la legalización del aborto, aunque lo digan con otras palabras: “Hoy, la lucha por la plena vigencia de los derechos humanos nos convoca a la defensa de la vida de las personas por nacer y a reclamar en foros internacionales el reconocimiento, como crimen de lesa humanidad, de toda acción que lleven adelante gobernantes de cualquier país para promover o favorecer el homicidio prenatal”, dice la organización, en referencia a la interrupción voluntaria del embarazo. El premio Rosa Parks lo otorgaron también a los tres magistrados de la Suprema Corte Bonaerense que en 2006 votaron en contra de avalar un aborto no punible solicitado por L.M.R., la adolescente con discapacidad mental que había quedado embarazada producto de un abuso sexual. Por los obstáculos que la Justicia puso a L.M.R. en su reclamo, el Estado argentino acaba de recibir una condena del Comité de Derechos Humanos de la ONU. También distinguieron al ex presidente uruguayo Tabaré Vázquez, luego de su veto a la ley que despenalizó el aborto en el país vecino.
Morgan cuenta que no podía salir de su asombro al enterarse de la existencia de la distinción: “Rosa Park fue una figura muy conocida en el movimiento por los derechos civiles en Estados Unidos, se hizo famosa por no haber cedido su asiento en un autobús en 1955. Trabajó mucho con Martin Luther King, por los derechos de las personas negras. Murió en 2005. Ha sido siempre una figura muy reconocida por su valentía, por su dignidad, por su coraje moral. Encontrar a Rosa Park aquí en la Argentina, en ese campo, en un premio a la senadora más conservadora del país, para mí fue sorprendente”.
–¿Cómo siguió su trabajo?
–Empecé a leer cómo están usando el discurso de los derechos humanos con relación a los derechos sexuales y reproductivos, y me di cuenta de que hay sectores contrarios a la legalización del aborto que quieren apropiarse de la idea de derechos humanos, dándole un sentido a su gusto. Están hablando de tres cosas: derechos naturales, que son derechos divinos, que vienen directamente de Dios supuestamente; derechos de los padres de familia, para oponerse a la educación sexual en las escuelas públicas; y de los derechos de los fetos.
En su investigación, Morgan encontró en Estados Unidos a dos profesores de Derecho que han escrito artículos con este encuadre y hablan sobre todo de América latina. Ellos son Mary Ann Glendon, profesora de Derecho de Harvard, quien fuera embajadora de Estados Unidos en el Vaticano durante el último gobierno del ex presidente George Bush (h), y Paolo Carroza, de la Universidad de Nôtre Dame, y ex presidente de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.
–¿Qué encontró en sus artículos?
–No son especialistas en América latina, pero están proponiendo una historia plenamente latinoamericana de los derechos humanos, haciendo referencia a Bartolomé de las Casas (religioso español, defensor de los derechos de los indígenas durante la conquista de América), y olvidando toda la historia del movimiento de derechos humanos a partir de la dictadura militar en la Argentina. Este punto no lo mencionan. Lo qué si mencionan es a un diplomático chileno que se llama Hernán Santa Cruz Barceló, que trabajó en los años ’40 con Eleanor Roosevelt para escribir la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Santa Cruz Barceló propuso añadirle una frase que decía que las personas con enfermedades mentales y los no nacidos tenían derecho a la vida. No fue incluido finalmente. Estos dos profesores de Derecho, haciendo referencia a Bartolomé de las Casas y a Santa Cruz Barceló, dicen que hay una historia en América latina de lo que son los derechos humanos y es una visión muy consistente con la que tiene el Vaticano. Sus textos en inglés se publican en español. Están escribiendo sobre este tema desde 2003.
–¿Están reescribiendo la historia?
–Sí, pero de una forma muy sofisticada, muy sutil. Dicen que los latinoamericanos han sido conocidos por las violaciones de los derechos humanos, pero que se debe conocer que hay una historia diferente, más linda. Y que se debe incluir en los argumentos de oposición la despenalización del aborto.
Frente a esta apropiación del discurso de los derechos humanos, Morgan es partidaria de “hablar de justicia reproductiva”. “No tenemos que centrarnos en los derechos sexuales y reproductivos sino dar una visión más amplia”, dice. A su entender, esta estrategia de los grupos “anti-derechos” tiene que ver con que “ha sido muy exitoso el movimiento de derechos sexuales, entre ellos la sanción del matrimonio igualitario”. “Hay represalias que llegan en forma de la cooptación del discurso. Tienen su congreso mundial de familias, redes, como hicimos desde el movimiento de mujeres. Un amigo mío, (el investigador argentino) Juan Marco Vaggione, está escribiendo sobre la secularización del discurso de la Iglesia. No sólo es el discurso de los derechos humanos: hablan también de la bioética, biomedicina, recurren a la ciencia para hablar de los derechos del feto. Abren universidades y otorgan becas para formación con su visión. Por eso es importante seguir hablando de la salud de las mujeres. Y del impacto que tiene sobre ellas la penalización del aborto. La criminalización lo hace clandestino y así dañamos la salud de las mujeres.

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